Si le contaba lo de David, la vería de un modo distinto. En cuanto supiera que con veinticinco años aún no había tenido ninguna relación, la tacharía de extraña, de rara. Tal y como habían hecho las familias de acogida y los trabajadores sociales después de lo sucedido con David Kirby.-¿Anne?- Peter tomó su barbilla con los dedos. No puedes guardarlo dentro de ti para siempre. No voy a permitirlo. Al principio pesé que no te gustaba, que no había esperanza de que llegáramos a ser nada más que compañeros de trabajo. Pero ahora que ya te he tenido en mis brazos, tu cuerpo me dice algo muy distinto.-No es que no me gustes, pero…..-Siempre tienes un “pero”, siempre estás librando una batalla interior.La abrazó y el rostro de ella quedó sepultado en su torso protector.-Peter, pro favor, llévame a casa.--No, respondió él con decisión. Te quedarás aquí. No te preocupes, no compartirás habitación conmigo. Por la mañana, desayunaremos juntos y, luego te llevaré a tu apartamento para que
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