Gaspar soltó un fuerte grito de dolor y de inmediato sacó su teléfono móvil, llamando al jefe de seguridad, Beltrán: —Beltrán, hay alguien causándonos serios problemas en la empresa. Ven aquí con tu equipo de inmediato.—Sí, en la sala de reuniones.Después de colgar el teléfono, miró a Juan con una expresión aterradora y amenazante: —Chico, ya llamé a seguridad. Estás acabado. Cuando lleguen los guardias, te golpearán y te echarán a patadas como un perro.—Ah, ¿sí? Pues aquí los estaré esperando, respondió Juan, soltándolo y sentándose con mayor despreocupación.—Juan, te atreviste a golpear a Gaspar. Vas a pagar por esto. Se burló Adelaida, disfrutando del espectáculo.Ezequiel, con una sonrisa muy maliciosa, añadió: —Pueblerino, no creas que no sé lo que estás pensando. Seguro que piensas que te van a despedir y quieres arruinar nuestra entrevista por despecho. ¿Verdad?—Pero no me das miedo. E incluso si el presidente viene, Gaspar testificará a nuestro favor y, por lo tanto, tú se
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