LISA GALINDO—Yo encantado de tenerte encerrada aquí, escondida de cualquier curioso, solo para mí, para mi deleite, mi pelirroja personal —dijo acercándose a mí, acariciando mi mejilla con ternura—, pero no sería bueno para ti. Tienes que salir, con la frente en alto, tienes que recordar que nadie en este maldito mundo es perfecto, que nadie tiene el derecho de señalarte con el dedo, que tú vales por quién eres y no por esas fotos. »¿Desde cuándo hay que burlarse de la víctima y festejar al victimario? A quien deberían de humillar es a ese hijo de puta traicionero, no a ti. No lo olvides. Tú vales mil veces más de lo que esas fotos sugieren y si ese hombre no pudo valorarte y expuso al mundo tu vulnerabilidad, entonces yo te protegeré de lo que veng
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