KATIA VEGAEl terror había pasado, mis pequeñas estaban sanas y salvas, después de discutirlo mucho, Marcos y yo acordamos que se llamarían Paula y Daniela, siendo Paula mi niña más tranquila, la que casi no lloraba y cuando lo hacía, rápido encontraba consuelo en los brazos de Marcos, ese era su sitio favorito, en cambio Daniela odiaba que la envolviéramos en sus cobijas, tenía aptitudes de escapista, y era la menos paciente a la hora de comer, pero cuando la arrullaba y le cantaba era la primera en caer dormida. Al parecer cada una había escogido a su papá favorito, aunque para nosotros no había una favorita. Cuando por fin las niñas estaban fuera de peligro y me dieron de alta, la mitad de mi corazón se quedó adentro del hospital, con mi hermano, el cual no quiso dejarme verlo, argumentando que mi prioridad eran mis hijas, pero… ¿no podía darle, aunque fueran cinco minutos de mi día al hombre que tanto quería y con el que crecí? Pues para él no era una opción y mi consuelo era que
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