—¡Mariana! ¿Qué estás haciendo? —una voz airada resonó no muy lejos.Mariana se giró y, antes de poder ver quién era, la empujaron a un lado.Retrocedió un par de pasos y, al levantar la vista, vio a Eduardo ayudando a Jimena a levantarse.Eduardo le lanzó a Mariana una mirada fulminante antes de alzar a Jimena.Jimena, al instante, abrazó a Eduardo, llorando desconsoladamente: —¡Hermano, hermano...!Eduardo respondió con un murmullo, comenzando a consolarla con ternura.Mariana se quedó en silencio, miró con desdén el lugar que Jimena había tocado, y luego regresó a su indiferencia.—¿Qué estoy haciendo? Tu hermana lo sabe muy bien —Mariana se limpió los dedos.¡Incluso tocar a Jimena le daba asco!Eduardo sonrió con ironía. —Mariana, no te pongas a hacer drama frente a mí. No soy de tu familia y no te voy a consentir.—Señor López, esa frase podría aplicarse mejor a ti. ¡Ustedes dos, deberían dejar de hacer teatro frente a mí!Eduardo se sorprendió, sintiéndose frustrado.—Sería mejo
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