Por ElizabethNo puedo dejar de sentir su mirada, así me miraba cuando me conoció, con insistencia, salvo que de su boca no se alejaba esa media sonrisa, que me volvía loca. Anoche había ese algo en su mirada, la insistencia era la misma, la media sonrisa no existía y parecía rodearnos una tristeza absoluta, a ambos.Él tendría que haber estado feliz de refregarme a su nueva mujer y yo también me podría haber alegrado de lo mal que se llevaban, sin embargo los dos estábamos apesadumbrados.Parecía que no existía nadie más en el lugar.Ahora estoy en mi cama, dando mil vueltas.Éramos tanto, por lo menos así lo creía yo.En esta misma cama, crecía la noche, donde miles de madrugadas nos encontraba amándonos. El sol entraba cuando por fin, agotados, nos dormíamos abrazados.Son tan lejanos esos días.Me venció el cansancio.Dormí poco.Llevé a Mati al jardín, eran los últimos días que asistía, ya pronto vendrían las vacaciones de verano.Estaba entusiasmado con ir a primer grado, se s
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