—Victoria, despierta, hay que ir a la oficina.Estoy en un apacible sueño en el sofá de la habitación donde fui desterrada por el indolente de mi marido y que curiosamente es mas cómodo de lo que imaginaba, cuando escucho que me llaman, quiero dormir, pero la insistencia de Arthur no me deja continuar descansando y no puedo seguir ignorándolo.—Ve tu, no se para que me quieres ahí, es tu obligación, no la mía.Respondo escondiendo la cabeza debajo de la almohada.—Yo trabajo, tu también, así que te vas a levantar y vas a acompañarme a nuestro primer día en la empresa.Abro los ojos de mala gana y la imagen delante de mi, me deja un poco sin aliento, el hombre es un espectáculo digno de ver en su traje oscuro de tres piezas hecho a medida, no logro formar una frase coherente porque me encandiló de sorpresa, así que me golpeo mentalmente para disimular la impresión y vuelvo a utilizar correctamente el cerebro.—Es muy temprano y no tengo ni idea de nada de lo que hacen ahí, déjame en p
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