—¿Qué tanto me ves?—le pregunto y él se echa a reír.—Pues, anhelando probar tu zona húmeda.—Mira yo no quiero nada contigo, no me gustas, me das asco, eres feo—me detiene.—Que yo soy que?—me reclama en tono incrédulo y se levanta de la cama, me agarra del brazo y me levanta a su altura—sabes algo, jamás y nunca había escuchado que una mujercita me haya llamado de esta manera—su voz se clava en mi oído y cada palabra dicha por él salpica en mi rostro decenas de chispas de saliva—eres muy bonita, pero tu boca daña tu imagen.—Mire señor, no me obligué a quererlo, no puedo, simplemente no puedo, así que por favor déjeme en paz.—Esta imbécil—eleva su mano para darme un golpe, al saber que eso se avecina cierro mis ojos esperando otro de sus puños, pero no, no fue así, él me tumbo a la cama y salió enojado por la puerta, dándolo seguro, uh, me duele...me siento mal creo que sí sigo así moriré antes, mis heridas aún están vivas, y como me está pensando este salvaje creo que no sanarán rápido
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