La culpa es la que más pesa.
34— Alberto continuó golpeando el árbol, aunque, evidentemente, no lo hacía tan fuerte. Sus brazos y puños no son tan resistentes, a pesar de que es muy inteligente, su cuerpo es el de un niño. —¡Deja eso, Alberto, tú ganas, hablaremos de hombre a hombre! Los nudillos de las manos de Douglas estaban cubiertos de sangre, pero eso no fue motivo para que sujetara el brazo de su hermano. —Mírame a los ojos, soy tu hermano mayor, bueno, está Diego, pero soy mayor que tú, es mi deber cuidarte. No me gusta que tu edad te preocupes por los problemas de los adultos, disfruta tu niñez, Diego y yo lo hicimos. Douglas quería distraer la mente del niño genio. —¡Douglas, hermano, sé lo que intentas hacer! —¡No soy un niño común, soy hijo de Rayo, mi padre dice que soy fuerte, que tengo que soportar la ausencia de mamá, a ustedes no les tocó vivir sin ella! No me trates como un niño de cinco años. Contestó el chico con los pinos apretados. —¡Alberto, ahora no puedo ver eso, estoy furioso por
Leer más