PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 23. La última palabra
Y lo estaba, ciertamente lo estaba, porque la parte más lógica y racional dentro de él le decía que se diera la vuelta en ese mismo instante y desapareciera; y la otra, la más básica y que supuestamente había controlado a la perfección toda su vida, lo tenía allí, soltando más babas que una procesión de caracoles, mientras ella se movía de un pie a otro como si estuviera esperando que de verdad él reaccionara, o al menos le dijera qué se suponía que tenía que hacer.Por suerte esa buena memoria que tenía llegó al rescate, porque recordó que había un pequeño problema en particular con el que tenía que lidiar antes de bañarse.—Este... ya que estás aquí... mejor aprovechamos y me ayudas a quitarme el chaleco ¿no?—Sí… ya mejor de una vez ¿verdad? —carraspeó él reaccionando, pero en el mismo segundo en que Gabriella se dio la vuelta, fue como si le hubieran descargado el puño en plena frente.—¡Joder, por esto es que a los animes le sangra la nariz! —masculló poniendo los ojos en blanco
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