ELINE BALDWIN Después de horas en el baño, de una preparación minuciosa y, por supuesto, de que mis criadas me vistieran con perfección, tuve que robar los diamantes de mi madre, que ella guardaba bajo siete llaves en su cofre personal, diamantes rosados que combinaban con mi tono de piel, de cabello y, por supuesto, el hermoso tono de mis ojos. Un rosa tan claro y hermoso que me hacía enamorarme de mi propia imagen, como Narciso alguna vez había hecho. Sí, ciertamente podría decir que lo entendía. Cuando se nace bello de esa manera, ¿cómo se puede evitar? Simplemente es imposible. Pero no era solo mi apariencia lo que importaba, al menos no solo la mía. Entonces, me di el trabajo de apurarme y pedirle a mis criadas que me trajeran la ropa que ya había solicitado anteriormente para un evento social futuro —envié un mensaje a Anakin. Una bata blanca, que combinaba con él y resaltaba la pureza de su apariencia. Una vestimenta reveladora, en cierto modo, que dejaba su pecho expuesto, as
Leer más