Gabriel se sentía muy orgulloso, y con manos ásperas, agarró con fuerza la cintura de la mujer, sonriendo maliciosamente.—¿Ahora entiendes muy bien lo que significa ser un verdadero hombre? Saber cómo tratar a una mujer, comprarle lo que quiere, ¡eso es ser un hombre de verdad!Aunque gastar ocho millones le doliera un poco, valía la pena lucirse delante de los demás. Desafió a Lorenzo, frunciendo el ceño y preguntándole con total insolencia: —¿Estás impresionado o no?—Doy veinte millones —respondió Lorenzo sin expresión alguna en el rostro.Sus palabras cayeron como una fuerte bomba, dejando a todos en un estado de aturdimiento absoluto.—¿Veinte… millones?La chica de la tienda no pudo evitar frotarse la cara, pensando que estaba soñando, murmuró: —¿Estás seguro, señor?Lorenzo frunció con seriedad el ceño.—Ah, no, eso esto es muy poco. Hagámoslo por cuarenta millones.Con esa declaración, la sala entera se quedó en completo silencio, ¡como si alguien hubiera presionado el botón
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