La chica repentinamente exclamó con envidia: —¡Este tipo de bolso es inaccesible para la gente común, solo sirven a clientes de alta clase!Su voz llamó la atención de Daniel, quien estaba jugando al billar.—Ella tiene dinero para derrochar, —dijo Sara con desdén. —Se casó con un magnate, y en su boda mi abuelo le dio catorce millones de dólares como dote.Bella no negó tener dinero, y justo en ese momento llegó el camarero.Sacó la tarjeta bancaria que le había dado Pedro y se la entregó al camarero. —Por favor, cárguelo, hoy todas las consumiciones aquí corren de mi cuenta.Daniel se acercó resuelto. —No, no puedo permitirte pagar, yo invito. ¿Cómo puedo dejarte pagar?—No te preocupes, después de todo, soy la hermana mayor de Sara. No puedo permitir que ustedes paguen cuando salimos a divertirnos, —dijo Bella con indiferencia, como si estuviera comprando un juguete barato.Rechazar nuevamente habría sido descortés, así que Daniel actuó como si fuera algo normal. —Entonces, m
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