Cuando Pedro los vio, frunció levemente el ceño.Manuel, por el contrario, saludó efusivamente: —Tío Romero, ¡no espero que ha regresado al país! Hace tanto que no lo veía, ¡usted sigue siendo tan enérgico!Ante el evidente halago de Manuel, Víctor asintió con la cabeza de manera evasiva y le dijo: —Manuel, por favor, retírate primero. Necesito hablar a solas con Pedro.Manuel, por supuesto, entendió que esa no era la situación apropiada para que él estuviera presente.—Está bien, entonces me retiro, tío. ¡Avíseme cuando tenga un tiempo libre, le organizaré una fiesta de bienvenida!Después de que Manuel se fue, Víctor entró a la oficina, y Anna, con cierta timidez, se quedó de pie junto a la puerta mirando a Pedro.—Anna, entra, no te quedes ahí en la puerta. —la instó Víctor.Anna entonces entró.Pedro frunció un poco el ceño y preguntó: —Papá, ¿por qué ha regresado al país?Con tono severo, Víctor respondió: —No he venido por gusto. Me temo que tendrás que entregar todo el Grupo Gar
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