—¿Ya terminaste? Puedes irte ahora. —dijo Pedro, ahuyéntandole.Manuel se mantuvo firme: —Ya que he venido, y siendo aún temprano, ¿cómo dejar pasar la oportunidad de disfrutar de estas maravillosas aguas termales naturales?Para estas palabras, Pedro no se sorprendió en absoluto y tampoco tenía ganas de refutarlo, simplemente ordenó: —Mantente alejado de mí.Tan llamativo, le molestaba que pudiera causar vergüenza ajena.—Hermano Pedro, ¿dónde está mi cuñada? —preguntó Manuel sin importarle la actitud de Pedro, con tono de burla—. He oído que tú y cuñada protagonizaron una escena de cariño en público hace poco.—Asuntos que no te conciernen, mantente al margen.—Pedro, tienes el corazón muy duro, ahora que tienes a tu esposa, ¡ya no quieres a tu hermano!Manuel se lamentó, sintiéndose dolido y decepcionado: —Fui yo quien convenció a Elena para que trajera a Bella aquí, ¡y ahora tú me das la espalda y ni siquiera quieres compartir conmigo algo tan importante!—Cállate. —Pedro, hastiado
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