Una vez más, al trasladar sus cosas de regreso al dormitorio, La mente de Elena divagaba.Pensándolo bien, se sentía como haciendo escándalos de niña malcriada, sus acciones no eran más que una simple broma, especialmente frente a Silvio.Él solo le mostraba un poco de amabilidad y completa consideración, y ella, con unas pocas palabras suyas, volvía corriendo de nuevo a su lado.Aunque la comparación no era del todo adecuada, se sentía un poco avergonzada y, en cierto modo, se despreciaba totalmente a sí misma.En la sala, Silvio, quien estaba muy contento con su pequeño plan, no tenía idea de los pensamientos que rondaban la mente de Elena.Aurora lo miró de reojo y soltó una risa de sarcasmo: —Después de tanto tiempo casados, no me digas que nunca han dormido juntos. Antes no la conseguiste, y ahora después de todo este tiempo, tampoco has podido.Silvio miró a Aurora con bastante resignación: —Mamá, ¿puedes dejar de desanimarme? Además, hablar tan abiertamente de los asuntos privad
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