—Si te pego, ¿qué puedes hacerme?Julian tenía esa intención, pero Elena lo desenmascaró en ese instante, dejándolo sin poder hacer nada.En realidad, él no tenía la costumbre de golpear a las mujeres, pero desde pequeño, nadie le había hablado con tan poco respeto. En un fugaz arrebato de ira, era natural que actuara impulsivamente.—No puedo hacerte nada en lo absoluto, pero no olvides que vine con Silvio. Si te atreves a molestarme, ¿quieres enfrentarte a Silvio?Elena decía esto con una amplia sonrisa en su rostro, aparentando estar relajada.—No creas que voy a temerte solo porque Silvio está contigo. ¿Sabes quién eres? No eres más que una simple acompañante temporal. ¿De verdad piensas acaso que eres alguien importante?Julian quería usar palabras más ofensivas, pero recordando lo que Elena había dicho antes, decidió no hacerlo.—Frente a Paula, es mejor que te mantengas discreta. Lo que es tuyo, tarde o temprano será tuyo. Pero no sueñes despierta, no desees en verdad, lo que no
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