—Desde lejos escuché que estaban en desacuerdo, son hermanos, ¿no es un espectáculo vergonzoso para los forasteros? Morgan, Gerardo, ¿no eran compañeros de escuela secundaria antes? ¿Cómo es posible que se hayan olvidado en tan solo unos años?El señor Guzmán realmente quería reconciliarlos.Sin embargo, Morgan y Gerardo, como los trajes que llevaban hoy, uno negro y otro blanco, eran como agua y fuego, naturalmente incompatibles. En el salón iluminado por las lámparas de cristal, a una distancia de tres metros, las miradas de ambos se enfrentaban en el aire, y las palabras del señor Guzmán hicieron que sus recuerdos retrocedieran automáticamente diez años.—Gerardo, mañana no quiero verte más en Sherón, cuanto más lejos te vayas, mejor.—Sin que yo te lo permita, ¿crees que puedes ganar? Morgan, recuerda, solo si yo lo permito, puedes vencerme.Hacía diez años, aún eran jóvenes rebeldes, llenos de ímpetu juvenil y energía. Pero el conflicto comenzó en ese momento y ya se había conver
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