— ¿Estás seguro de que no le diste motivo para desconfiar? Porque te aseguro, Liam, si no le hubieras dado motivos, Luiza no estaría así contigo. Pero para ti se está poniendo demasiado duro, viejo. Es muy extraño que nunca apagues el teléfono y de repente salgas, lo apagues y además te demores, pasando la hora, como si estuvieras escondiendo algo y no quisieras que ella llamara para no descubrirlo.— ¡Hasta tú, Liz! No lo puedo creer, siempre confiaste en mí y ahora también estás desconfiando, todo por culpa de Luiza. Creo que su enfermedad la está volviendo un poco posesiva. Ella no era así, era una persona tan relajada.— En realidad, no es por su enfermedad, pero dejemos eso de lado, porque estamos frente a alguien que ya sabes quién es.— ¿De qué está enferma mamá, papá? ¡No sabía que estaba enferma! — Leon pregunta curioso.— Ah, hijo, no te preocupes, no es nada grave. Mamá solo tiene un poco de gripe, pero pronto pasará, ¿vale? Es porque cuando nos resfriamos, nos sentimos un
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