Valentina miró confundida su teléfono tras colgar.«¿Qué urgencia podría tener el señor Valenzuela para cancelar de esta manera?», pensó.Mientras tanto, Santiago se dirigía a la entrada para calzarse, listo para salir. Al ver el semblante de Valentina, comprendió que Alonso no llegaría.—¿No viene? —preguntó Santiago, disimulando su decepción—. Qué lástima, tenía ganas de conocerlo.Valentina, con la mirada baja, confirmó:—Algo urgente le surgió, no podrá venir.Santiago suspiró, observando la comida en la mesa.—¿Qué tal si empezamos a comer?Valentina asintió, sintiendo el hambre. Los platos eran exquisitos, una verdadera obra maestra culinaria. Recordó los huevos desastrosos y el tocino quemado de esa mañana, mirando a su esposo con pensamientos profundos.Después de la comida, Valentina se concentró en asuntos de la empresa. Entonces, Thiago llamó a Santiago:—Señor, el señor Valenzuela sigue abajo, pero no se preocupe, mis hombres bloquean su coche. ¡Debe estar furioso!Santiago
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