—Francisco. No te preocupes por mí. Puedo quedarme sola.Francisco la miró, —¿No tienes miedo?Sabrina rio, —Ahora no.Estaba muy asustada hasta que vio a Francisco.Incluso había pensado en suicidarse si no le quedó más remedio, aunque le daba vergüenza morir así.Pero al final, Francisco la salvó.En cuanto oyó su voz, Sabrina vio esperanza.Gracias a Francisco, estaba especialmente tranquila y no tenía miedo de nada, porque sabía que él la protegería.Francisco no tenía ni idea de lo que pasaba por la mente de Sabrina mientras se sentaba en la cama y la dejaba descansar sobre su regazo, masajeándola suavemente, intentando relajarla.Tras un breve intervalo, dijo: —Sabrina. Tengo miedo.Sabrina se sorprendió, —¿Por qué?—Temo que estés en peligro.Francisco miraba fijamente a Sabrina a los ojos, —Si te hubiera pasado algo esta noche, nunca me habría perdonado.Sabrina descubrió que se culpaba a sí mismo.—No tiene nada que ver contigo. Es mi propio descuido.«Si hubier
Leer más