Richard Punto de VistaNo era ajeno al sexo, pero, carajo, la entrepierna de Maryse agarró a mi órgano como si nunca lo fuera a soltar. Las estrellas parecían estallar detrás de mis ojos. Mis caderas se movían de un lado a otro mientras conducía duro y rápido como un puto tren de mercancías hacia el olvido. No quería que terminara y, sin embargo, en cualquier momento mis pulmones iban a estallar y mis muslos iban a ceder.—Oh, Dios... —gimió, su entrepierna volvió a apretar mi órgano, y eso fue todo. Me sumergí con fuerza, empujando el escritorio mientras me corría. Seguí corriéndome, más y más con cada empuje, hasta que mi cuerpo se relajó por completo.Mis pulmones ardían mientras trataba de coger aire, después de que el intenso orgasmo casi me hiciera caer de rodillas. —Santo cielo.Finalmente, pude recuperar la visión y el enfoque, así que miré a Mary, de espaldas sobre su escritorio. Se llevó las dos manos a los ojos. —Oh, Dios mío, no puedo creer que haya hecho esto.Yo tampoc
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