Rocío caminaba de un lado a otro en el borde de la azotea, murmurando en voz baja:—Andrino, Andrino... Todavía no ha muerto. Me prometió que no me abandonaría. ¿Pueden ayudarme a encontrarlo? Quiero tanto verlo...—Señora, por favor, baja inmediatamente, ¡Andrino está a punto de llegar!Al escuchar estas palabras, los ojos de Rocío, llenos de tristeza y silencio, de repente mostró un brillo de sorpresa, diciendo:—¿En serio? ¿No me están engañando? ¿Andrino realmente ha venido?Aunque ya tenía cincuenta años, parecía mucho más joven debido a su enfermedad mental que había comenzado hace veintiocho años. Aún parecía una joven eterna.—No te estamos mintiendo, ¡Andrino realmente ha venido!En ese momento, Hans llegó a la azotea.El cuidador suspiró aliviado:—Señor, por fin ha llegado. La señora ha estado buscando a Andrino todo el tiempo, no pudimos convencerla de ninguna manera. ¿Qué debemos hacer ahora?Hans no quería asustarla, así que se acercó lentamente a su lado.Rocío estaba pa
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