“Estás autorizada”, promete. Sacando un vestido cruzado del perchero. “Aquí, sin botones, sin cremalleras. Ni siquiera tienes que usar sostén”.“Gracias”, murmuro, deslizando mis brazos alrededor de su cintura y apretando con fuerza. Sinclair ronronea y me acurruca hasta que me he saciado, y media hora más tarde estamos de vuelta en los pisos acolchados de nuestra clase mensual de parto, escuchando al instructor explicar precisamente por qué estoy perdiendo la cabeza lentamente.“Mamás, se sen
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