Al llegar al club nocturno, el gerente del lugar personalmente guio a Braulio, Simón, y su grupo hacia adentro, llevándolos a los mejores asientos en el segundo piso. Un paquete de bebidas de primera calidad fue escoltado alrededor del lugar por un séquito antes de ser entregado en su mesa en el segundo piso. A esa hora, el club ya estaba lleno de gente, quienes no pudieron evitar sentir gran envidia por el despliegue de abundancia. Solo el paquete de bebidas costó más de trescientos mil pesos, una suma que, aunque muchos de los presentes tenían dinero, pocos se atreverían a gastar de tal manera.Braulio, rodeado de envidia y admiración, no pudo contener su inmensa alegría, logrando una gran satisfacción. Se sentó orgullosamente con dos chicas a su lado, mientras sus amigos, igual de animados, se apresuraron a servir bebidas y mostrar su gran hospitalidad.Simón, por otro lado, se sentó solo en una esquina, observando silenciosamente a Braulio, pensando en lo poco discreto que era.
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