Simón se acercó a Isabel, se puso delante de ella.Fabio, al verlo, se burló con gran ironía: —¿Quién eres tú para meterte en mis asuntos?—Dicen que donde hay injusticia, alguien intervendrá. ¿Nunca has oído eso?, respondió Simón con absoluta calma.No es que Simón quisiera entrometerse, pero Marcos estaba yendo demasiado lejos. No podía hacer nada al verlo.Además, Isabel acababa de terminar un concierto de promoción para Cape, y con tal situación, si se armaba un escándalo, todo sería una broma.Al oír las palabras de Simón, Marcos se sonrió y, señalando con el dedo, le dijo gravemente: —Bien, tienes agallas. Eres el primero en atreverte a enfrentarme en Zamorno. ¡Oye, golpéenlo!Marcos era extremadamente arrogante, sin importarle la situación, estaba listo para castigar a Simón.Simón frunció levemente el ceño, y en ese momento, Fabio se acercó, diciéndole servilmente: —Señor Álvarez, no se enoje tanto, tenemos que hablarlo.Marcos lo miró y dijo desinteresadamente: —Ah, eres tú. ¿
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