A la mañana siguiente, temprano, Regina golpeó la puerta:—Señor, señorita Rodríguez, ¿ya están despiertos? La señorita Vargas ha llegado. Señor, señorita Rodríguez...Clara fue despertada por el ruido. Frunció el ceño y pateó las sábanas con enojo mientras se levantaba de la cama.—¡Felipe!Felipe, que no había dormido en toda la noche, se sentó recién.Al escucharla, frunció el ceño y miró a Clara, que se retorcía en la cama, haciendo una mueca de desprecio.Ella se envolvía en las sábanas, retorciéndose como una lombriz.—¿Qué pasa? —dijo Felipe con tono desagradable.El golpeteo en la puerta continuaba. Clara pateó las sábanas y se sentó, mirando molesta a Felipe.—¿Qué pasa, qué pasa, qué pasa? ¿Por qué no dices nada? ¿No escuchaste a Regina golpear la puerta? —Sí, escuché. —¿Escuchaste y no dices nada? Felipe, molesto, respondió: —También te llamó a ti, ¿por qué no dices nada? —¡Estaba durmiendo, no estaba despierta! Clara dijo esto y de repente recordó algo,
Leer más