— ¡Dios mío, Alfa…! – Las palabras escapaban mientras alzaba mi cadera entregándome al placer recibido.Seguí sus movimientos cuando él sostuvo mi cadera, atrayéndome más hacia él, permitiendo que yo marcara el ritmo acercándome a su lengua. No pasó mucho tiempo antes de que estallara en placer en su boca; su dominio era tan intenso que succionaba cada gota de mi deleite.Levantándome, me colocó encima de él, acomodándome en su extensión, y gemimos cuando entró. Cabalgué con intensidad, sintiendo la necesidad de más placer, más de él, más de mi Alfa.Sonreí, él agarró mi cadera, intensificando el movimiento mientras sujetaba con la otra mano mi cuello en un apretón sutil. Alcanzamos el clímax juntos, pasamos la noche repitiendo la experiencia; parecía una despedida, no hablamos de mi confesión y quizás la vergüenza de la sobriedad no me permitía cuestionarlo.Fui una tonta, una loba, medio bruja con emociones completamente humanas…, pero hoy, ahora, era una mujer entregada al placer p
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