De repente, Hernán soltó un rugido, un sonido desgarrador.Antes de que pudiera reaccionar, sin previo aviso, vi una figura venir hacia mí, bloqueando mi camino, un cuerpo alto arrodillado ante mí.—María, mi amor... no te vayas, ¡fue mi error! ¡Fui yo, me equivoqué... no te vayas!— Agarró mi mano, apretándola fuertemente, mirando hacia arriba con una expresión llena de culpa—. Mi amor... de verdad, cometí los errores.Luego, se dio dos bofetadas y dijo: —Voy a enmendar mi error... no volveré a ser ingenuo, ¡empecemos de nuevo!Sofía corrió hacia adelante sin importarle nada, agarrando a Hernán, diciendo: —Hermano, ¿qué estás diciendo? Me prometiste que después de firmar con Boreal, te separarías completamente de ella. ¿No dijiste que nunca la amaste? ¿Estuviste con ella solo por el crecimiento de la empresa? De todos modos, ahora todos saben sobre nosotros, ¿qué temes?Miré fríamente a Sofía y le pregunté a Hernán: —¿Esto es lo que dijiste?—¡No escuches sus tonterías! No te dejaré, ¡
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