—Eso solo demuestra que él no es tu amor verdadero. Aquel que te brinda todo, que te protege, que te valora, ese sí es tu amor real. Si él no puede ofrecerte nada y, peor aún, podría traerte desgracias mortales, ¿cómo podría ser tu amor?— Mis palabras sonaban duras.Ivanna no replicó. Después de un largo silencio, me dijo con voz baja: —La verdad, María, yo también he luchado con eso, pero el dolor de pensar en dejarlo... preferiría morir.Me quedé sin palabras. ¿Cómo no iba a entender lo que decía Ivanna? ¿Cómo podría yo misma deshacerme de mi fascinación por Patricio? Quizás lo mejor sería que él mismo se alejara, justo como nosotras en ese momento.—¿Cómo se conocieron?— le pregunté a Ivanna.Ella seguía desplomada en el sofá, sin moverse, su voz llegaba despacio.—Fue una coincidencia. Estaba ayudando a una artista de mi compañía, Yolanda Ramos. Ella fue al Club Nocturno Infinito y allí un maleante se fijó en ella, y justo Yolanda era una novata en la que tenía grandes esperanzas.
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