Avancé un paso más, encarando a Mariana con una mirada furiosa. Le dije: —Si no quieres que todos se enteren de tus trapos sucios, mejor no vengas a provocarme.Luego, con la cabeza en alto, me dirigí hacia la salida y le dije al médico que me había traído: —Señor, ¿podría llevarme de vuelta, por favor?El médico que me había acompañado asintió tranquilamente y respondió: —Claro.En realidad, estaba preocupado de que si el médico se quedaba allí, podrían perjudicarlo, así que le pedí directamente que me llevara de vuelta.De regreso en el auto, me di cuenta tarde de lo nervioso que estaba. Mis manos temblaban involuntariamente y, con cierta culpa, le dije al médico: —Lo siento, te he involucrado. ¿No les harán nada malo, verdad?—No, no será tan grave como imaginas— respondió sin darle importancia, arrancando el auto y alejándonos.—¿Cómo está su estado?— Pregunté al médico con ansias.—Lo viste— me miró de reojo—, las lesiones en las extremidades no son graves, pero la cabeza está mal
Leer más