¿En realidad, por qué motivo una simple noticia relacionada podía costar una vida tan valiosa?Estas preguntas seguían rondando en mi mente.En la oscuridad de la noche, bajo las luces amarillentas de la calle, sostenía a Dulcita en mis brazos mientras caminaba por el oscuro vecindario. La sombra a veces se alargaba y a veces se acortaba, cambiando constantemente, y el sonido de mis pasos sonaba un poco solitario.Al pensar en Balbino, que perdió la vida debido a esto, la atmósfera se volvió extrañamente inquietante.Inconscientemente, aceleré el paso, y sentí que la niña que tenía en brazos se volvía cada vez más pesada.Finalmente, llegué a la puerta de mi casa, justo cuando estaba a punto de empujarla, una figura oscura apareció de repente y me asustó con un grito, —¡…Ah!—María, soy yo... Quiero preguntarte, ¿sabes algo de Patricio? —la sombra se acercó, y solo entonces logré ver que era Lucía.—¿Qué estás haciendo a estas horas de la noche? —le respondí con impaciencia, mientras l
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