Ximena, finalmente, llegó al pie de la montaña. Luchando contra la pesadez de su cabeza y las náuseas que sentía en el estómago, levantó sus piernas entumecidas y avanzó hacia la luz.Sin embargo, antes de dar dos pasos, todo se volvió negro frente a sus ojos, y terminó cayendo pesadamente en la nieve.En Valleluz, Manuela estaba nerviosa mientras se sentaba en la sala de estar. Fabio le había dicho que no había logrado vender la información confidencial. Ahora, lo que necesitaba era encontrar una forma de reunir el dinero y enviárselo.Le habían dado un plazo de tres días como máximo para reunir cien mil.Manuela estaba pensando en cómo acercarse a Alejandro y pedirle el dinero, pero en ese momento, escuchó un ruido afuera de la villa. Inmediatamente, se puso de pie y, al ver la expresión furiosa de Alejandro, decidió dejar de lado la idea de pedirle dinero.Se acercó rápidamente a él, preocupada, y preguntó con cariño: —Alejo, ¿qué te pasa? ¿Por qué tienes esa expresión tan sombría?
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