—¡Ah!Aquiles volvió a emitir un grito terrible.Sus dos piernas estaban inutilizadas, y el dolor torcía toda su cara.Originalmente, solo quería molestar a una belleza, pero jamás imaginó que, sin tocarla siquiera, se encontraría con unos locos así.Sin mediar palabra, le rompieron brazos y piernas, sin darle importancia alguna a las Sectas blancas y negras.—¿Quiénes son estos tipos? ¿Cómo se atreven a herir a alguien de las Sectas blancas y negras? ¡Qué audacia!—¿Verdad? Son tan guapos, pero no esperaba que fueran tan despiadados.Mirando a Aquiles, que gemía de dolor, la multitud alrededor estaba asombrada.—Está bien, arrástrenlo fuera, no interrumpan mi comida con Pedro.Consuelo hizo un gesto con la mano, indicando que se llevaran a Aquiles.Desde el principio hasta el fin, ni siquiera giró su cabeza.Para ella, un rufián como él ni siquiera merecía una segunda mirada.—Esta noche nuestro Líder está de buen humor y te perdona la vida, reza por tu suerte cuando vuelvas.Garganta
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