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A filo de navaja.
Nick dejó sobre las piernas de Valery un plato junto a un vaso de leche y como siempre, su sueño ligero de paloma la hizo abrir los ojos de inmediato. En algún punto se había quedado dormida en el sillón junto a Andrew, vencida por el cansancio.Era ya tarde y afuera estaba oscuro ya que no se veían luces de ningún tipo, salvo las de la cabaña. Estaban a los pies de la montaña y el sonido de los grillos era el único ruido que podía percibirse.—Te he traído algo de comer —dijo él, señalando el sándwich de atún que tenía en frente y ella lo vio confundida.Estaba desorientada y agotada, por lo que le tomó un momento entender lo que le decía, pero cuando su cerebro entró en funcionamiento, parpadeó un par de veces antes de agradecerle. —Gracias.Él asintió y ocupó el asiento frente a ello, ambos contemplando a Andrew. Estaba sudando como loco, pero aún no había despertado. A su lado, en el suelo, Jacob también había caído abatido por el sueño y Nick lo vio, con algo de recelo.—Deberí
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Lo que cueste.
Los chirridos de los neumáticos alertaron a los médicos de turno en la entrada de emergencias del hospital general. Una fina llovizna había empezado a caer anunciando la llegada del otoño y con la misma dureza del clima, Nick atravesó las puertas con el arma en la cintura. —¡Necesito un médico ya mismo! ¡Es una emergencia! —gritó con voz dura. De inmediato dos doctores corrieron a ver de que se trataba, mientras Jacob traía en brazos ayudado por Valery a un Andrew que estaba más muerto que vivo. No quedaba un ápice de color en su piel y parecía como que toda su sangre había sido drenada de la cabeza a los pies, sin dejar ni una gota en su cuerpo. Estaba inconsciente, y la mancha amoratada había triplicado su tamaño. —¿Qué diablos le ha pasado a este hombre? —preguntó el doctor Díaz, según pudo leer Nick, mientras corría a socorrerle. Dejando a los tres acompañantes pasmados, los doctores parecieron hacer magia, porque antes de que pudieran contar hasta cinco, lo tenían sobre una c
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Moros en la costa.
Valery veía las gotas caer una a una, sintiéndose más desesperada que nunca. Desde la camilla, movía el pie nerviosa, justo cuando la cortina de su cubículo se abrió, dando lugar a una Rosemary sonriente que venía cargada con un equipo parecido a una televisor.—¿Cómo te sientes? —preguntó ella, con curiosidad, mientras empezaba a instalar todo los equipos.—No lo sé… No sabía que estaba tan cansada hasta este momento. Supongo que ha de ser la preocupación y la agonía. No estaré bien hasta que no sepa nada de Andrew.La joven enfermera asintió, solo pudiendo imaginarse lo que sería estar en sus zapatos. No conocía nada sobre ellos, y aún así, tenía la imagen de que Nicolas quería a su hermano, porque le escuchó llamar su nombre un par de veces cuando estuvo inconsciente, en lo que parecía ser una eternidad.—El agotamiento mental puede ser tan desgastante como el físico, pero te aconsejo que intentes descansar. Tu bebé lo necesita para crecer fuerte y sano. Toma estas —le tendió un co
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Carne de mi carne
El doctor Díaz tenía un rostro de derrota y tras horas operando, el cuerpo adolorido y un agotamiento físico y mental indecible, se sentía inconforme con los resultados. Esperaba que todo su esfuerzo hubiera brindado mejores expectativas sobre Andrew, pero una cosa era lo que él quería y otra la realidad de los hechos.No tenía muy claro del tipo de relación que tenían ni de cómo su paciente había llegado a tremendo estado, pero lo que sí tenía claro era que eran familia, de hecho, nunca había tenido la oportunidad de ver a tres personas parecerse tanto físicamente.A pesar de la cara de desesperación que tenían su padre y su hermano, los llamó a un lado del pasillo sin saber cómo darles la noticia, esperando que no se lo tomaran tan a pecho como él imaginaba.—Sería bueno que tomaran asiento, señores —les ofreció, pero ninguno le hizo caso.—No se vaya por las ramas, díganos de una vez por todas qué sucede. Sea lo que sea lo vamos a soportar, pero dígame ¿mi hermano aún vive? —Nick e
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El rumor de lo que viene...
Las luces del alba empezaron a brillar por la ventana, y Valery se removió en el asiento del pasillo, apoyándose aún más sobre el hombro de Nick. La cirugía tenía ya más de cuatro horas y a ella la había vencido el sueño.Alguien se aclaró la garganta y Nick levantó la mirada, para ver a Rosemary acercarse a ellos, con un té en las manos. Sin contenerse, una sonrisa sincera se expandió por su rostro y sintió ese extraño cosquilleo que le provocaba su presencia.Estaba hermosa, aún tras haber trasnochado y de tener el cabello alborotado, parecía un ángel vestido de blanco que había venido a curarle sus más profundas heridas.—¿Aún no tienen noticias? —preguntó algo cohibida y Nick negó con la cabeza.—Nada aún, pero por suerte Valery ha dormido un poco. Le he pedido que se vaya a recostar a una habitación, pero no ha querido.—No voy a irme a ningún lado, Nicolas, deberías saber eso ya —ella replicó con los ojos cerrados, haciendo que ambos sonrieran por sus ocurrencias.Así era Valery
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Te tengo
Valery parpadeó un par de veces cuando la luz del sol le dio en la cara, y tuvo que acostumbrarse a ella. En silencio, contempló el viejo granero ubicado a las afueras de la ciudad donde la habían traído.No era que hubiera visto mucho del camino, gracias a la capucha que le habían puesto, sin embargo, era lista y había sabido diferenciar el cambio del trayecto y el sonido del sendero pedregoso por donde habían venido.Dos hombre fornidos la agarraron a Valery por los brazos como si de una pluma se tratara, mientras la arrastraban al interior para empujarla bruscamente contra el suelo, haciendo que ella cayera de bruces, con las manos atadas.—¡Son unos malditos bastardos! ¿Por qué no me sueltan a ver si son tan valientes? —se quejaba, mientras intentaba ponerse de pie, pero era difícil dada su limitante.Sus captores no hicieron más que burlarse de ella, hasta que sus pasos anunciaron su salida al exterior, así como el enorme el golpe inminente del portón cerrarse tras ellos.La habí
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Precio
Albert se bajó del auto con su gracia característica y una sonrisa malvada se plantó en su rostro al ver que en su caída Valery se había lastimado el pie izquierdo y ahora renqueaba sin poder caminar. En su rostro se veía el gesto de dolor y nada le causaba más placer que ello. Por su parte, ella se sostenía su vientre abultado en un intento de protegerlo cuando él se acercaba a ella con maldad. —La mujer de los dos hombres, hasta que por fin nos volvemos a ver —comentó con una emoción que desbordaba. Junto a él, uno de sus hombres se plantó frente a Valery, con un arma larga en las manos y una mirada amenazadora. —Quisiera decir lo mismo, pero la verdad es que esperaba verlo en su funeral y no antes. Para su sorpresa él se echó a reír con una carcajada sonora que retumbó en todo el bosque. Cuando se hubo recuperado, la miró de arriba abajo. Claramente era una mujer excepcional, lástima que tuviera que deshacerse de ella tan pronto. —Debo decir que tiene usted una lengua peligro
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Unidos.
Un característico aroma a rosas recién cortadas inundó las fosas nasales de Andrew y este abrió los ojos creyendo que se trataba de un funeral. A su alrededor era todo brillante e higiénico y eso, más el inconfundible aroma de desinfectante le hicieron darse cuenta de que no había muerto aún.—Agua —pidió con voz ronca, extendiendo la mano al vacío y pronto sintió unas manos cálidas y familiares que tomaban la suya.Valery se acercó a él con una sonrisa despampanante, pero él no pudo retribuirla. Tenía los labios y la garganta seca, así como una terrible sensación de mareo que no le dejaba pensar con claridad.—¡Hasta que por fin despiertas, mi amor! No sabes lo que te he esperado. ¿Cómo te sientes? ¡Debo llamar al doctor!Con todo el entusiasmo del mundo, ella parloteaba emocionada a su lado, mientras él solo pensaba en el jarro de agua fresca que tenía en frente. Sin contenerse, ella corrió al pasillo en busca de una enfermera que lo socorriera.Sin embargo, cuando regresó a la habi
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El pasado.
—¡Andrew Steven Davis! ¿Qué demonios estás haciendo? —Valery gritó alterada al verlo levantado.Él alzó la mirada para ver a su esposa acercarse a él a toda prisa con un gesto tierno y la mano en la cadera, ademán que había adquirido últimamente por el peso del embarazo.Estaba preciosa ahora que se había cortado el pelo y su melena castaña caía ondulada junto a su rostro y a Andrew se le encogió el corazón ante la fuerza de lo que sentía por ella.—¿Y ahora que he hecho yo? —se rio, sabiendo que recibiría el quinto sermón del día.—No me mires así. Hacerte el tonto conmigo no servirá de nada —le recriminó ella, acercándose a él. —Sabes que no puedes hacer ningún tipo de actividad brusca, así que deja eso ya mismo.A pesar de lo mucho que lo negara, a él le encantaba verla en faceta protectora y como el médico había sido muy claro en las instrucciones sobre él, ella había tomado el rol de hacer cumplir esas órdenes al pie de la letra.—Pero, ¿de qué hablas, Val? Si a penas he tomado u
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¿El fin?
La fiesta estaba en todo su apogeo en el patio de la mansión Davis. El jardín estaba lleno de personas que bailaban y comían al sol de la música. Sentada en una silla de la mesa principal, Valery, aún envuelta en su elegante traje blanco, conversaba alegremente con su madre hasta que Andrew se acercó a ella con una sonrisa.—¿Lista para irnos, señora Davis?Todavía con el esmoquin puesto, se veía guapísimo a pesar de que tenía el moño de la corbata desecho y el cabello algo alborotado. En sus ojos la alegría era notoria y estaba ebrio de amor.—No me digas que ha llegado la hora de marcharnos, si la fiesta apenas comienza.Andrew se rio al igual que Elizabeth y se sentó junto a su esposa.—Cariño, sé qué quieres quedarte un rato más, pero hay un avión que debemos tomar.Valerie lo vio asombrada sin creer ni saber lo que él se traía entre manos. Estaban celebrando una renovación de votos aunque era más la representación del matrimonio que habían celebrado antes, pero esta vez con el ho
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