MAYLAEmpujando el conjunto de cajones multicolores cerrados delante de mí, me levanté, aplaudiendo.—Aquí tenéis, un juego nuevo para que guardéis vuestro trabajo.—Mayla , ¿el mío puede ser el rojo? Es mi color favorito—, me suplicó Louis, tirando de mi rebeca, sonriéndome, con sus mejillas regordetas haciéndome reír.—Puedes elegir el que quieras, Louis—, le dije, revolviéndole su espesa melena rubia. —Incluso podríamos decorarlo con pegatinas, si quieres.Asintió entusiasmado, chillando de emoción, corriendo hacia los otros niños, claramente entusiasmado por hacerles saber que se había quedado con los cajones de colores.—Mayla —, dijo la señorita Aldridge cuando se acercó a mí, señalando el mueble que me había pasado un rato montando, —de nuevo, no podemos agradecerte lo suficiente lo que estás haciendo por esta escuela. Es maravilloso que dediques tu tarde a hacer esto por ellos.Sonreí, asintiendo, ofreciéndole un pequeño encogimiento de hombros.—Lo disfruto, y los niños se lo
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