Aslan MurabakDiana Rodrigues parecía saber lo que realmente necesitaba, me sentía miserable, era como si ella pudiera verme desde dentro. El sexo, no el que me gusta, el que nos deja sin aliento, se hizo lentamente, era una necesidad para mí, sentir que ella estaba a mi lado, y que simplemente estaba ahí, para mí. La conexión entre nosotros me sobresaltó.Diana se durmió y la dejé en la cama, estaba agotada y yo no podía cerrar los ojos. Por mi culpa Aisha se iba a casar con un hombre al que no ama, le prometí que la ayudaría, pero acabé estropeándolo todo. Le envié un mensaje a ella, que no tardó en responderme; tampoco podía dormir.Me dirigí a la habitación de Aisha, y el abrazo entre los dos fue inevitable, la tenían encerrada, dos hombres estaban en su puerta, los hombres de Hassan y no mis guardias. No querían dejarme entrar, pero yo era el puto jeque y el palacio era mío, o me dejaban entrar o los echaría de mis tierras."He venido a pedirte perdón, Aisha", me estaba sincerand
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