Teo López recorrió a todos con una mirada fría.Vestido con un elegante traje negro, su rostro reflejaba una indiferencia desprovista de empatía, mientras sus ojos revelaban una determinación feroz.A su alrededor se encontraban sus fieles subordinados, armados hasta los dientes.En Ciudad Central, ningún otro jefe de una empresa de entretenimiento se atrevía a mostrar tal ostentación.—No ha ocurrido absolutamente nada entre Natalia Ruiz y yo—, declaró Teo en tono frío. —Antes de esa gala, apenas la conocía. Después de beber la copa que me ofreció, me sentí debilitado. Je, consultaré a mi abogado sobre esto, ya que si ella me drogó, tengo motivos para acusarla de delito de lesiones a terceros.—¿Pero cómo puede usted demostrar que no tuvo una relación con ella, señor López?—, se burló un periodista con temeridad que parecía no valorar su propia vida.Teo frunció el ceño con mala expresión facial.Fernando, que ya no podía contenerse, sacó una pistola del bolsillo, pero Teo lo descubri
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