Por la forma en que su corazón latía a un ritmo anormal, Sofia estaba segura de que moría de un ataque al corazón de todos modos. —Dije que yo... yo no quiero esto —ella dijo con coraje reunido y él entrecerró los ojos en una advertencia. Sin otra palabra, comenzó a merodear hacia ella y su corazón tartamudeó. Sofía trató de correr al baño privado, pero él fue rápido. Su brazo rodeó su cintura y la atrajo hacia él. Su espalda estaba pegada a su frente mientras él la mantenía en su lugar. —¡Déjame ir! —ella gritó y luchó salvajemente en su agarre. Ella golpeó su pie contra el de él, pero él ni siquiera se inmutó. Podía sentir las chispas donde sus manos tocaban sus brazos, pero estaba histérica por alejarse de él. —Cálmate —dijo, pero ella ni siquiera podía escucharlo con el latido salvaje de su corazón en sus oídos. Sus uñas se clavaron en la carne de su brazo y él siseó con una mueca antes de levantarla y bruscamente la arrojó sobre la cama haciendo que su cuerpo rebotara liger
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