— ¡Voy a jugar al fútbol! —dijo, saltando de emoción.Krislen y Brian intercambiaron miradas de sorpresa y alegría.— ¡Eso suena genial, amor! —dijo Krislen—. ¿Te gusta el fútbol?— ¡Sí! Quiero ser tan rápido como un rayo! —respondió Brian, sus ojos brillando con determinación.Ambos padres decidieron anotarlo en el equipo local, apoyando cada uno de sus pasos. Desde entonces, los fines de semana se convirtieron en momentos de diversión en el campo. Observaban a su pequeño correr detrás del balón, riendo y animando a sus compañeros. Krislen se encontró a sí misma tomando fotos, capturando momentos que se irían convirtiendo en recuerdos.Una tarde, después de un emocionante partido, Brian se acercó a sus padres con una expresión seria en su rostro.— Quiero ganar un torneo para ustedes —dijo, su voz llena de sinceridad.Brian se agachó al nivel de su hijo y lo miró con orgullo.— Lo que más importa es que te diviertas y hagas amigos —le dijo, acariciando su cabello—. Así importa más qu
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