—Enrique, tenemos que hablar en privado—. Comentó finalmente, mientras sus ojos seguían fijos en Isabella. Algo en los ojos y en el tono de la mujer mayor le decía mucho sobre el hecho de que aquello no iba a terminar tan pensativo como cualquiera podría pensar.—Isabella no va a ninguna parte—. proclamó Enrique con valentía, obligando a su madre a levantar los ojos hacia él, lejos de Isabella.Sophia contemplaba la escena en silencio, observando cada pequeño acto. Mientras miraba fijamente a su hijo, sus cejas se fruncieron ligeramente al ver lo confiado que se había vuelto a lo largo de la noche. Sí, ella no hablaba bien con su hijo, pero él no rechazaría sus palabras de esa manera, sobre todo delante de su tía. Definitivamente, algo había cambiado. Echando una mirada más a Isabella, supo exactamente quién era el responsable.—Estaré bien—. Isabella intervino de repente, mientras apartaba su mano de su agarre, para sorpresa de él.—Isabella—. Llamó, en un llamamiento para que le dej
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