Al día siguiente, sintió como si el apretado nudo que los unía se hubiera aflojado y, por fin, ambos pudieran respirar con más libertad. Y también significaba que ella tenía que volver a sus quehaceres.Pero Charlotte siempre encontraba la manera de salir adelante.Era su cumpleaños. Y se aseguró de recordárselo.— ¿No te saludé esta mañana?— Mierda, se había olvidado de eso. — Y ya te di tu regalo, ¿verdad? ¿Quieres algo más? Pensé que no te gustaban las fiestas, pero si quieres...— No, no es eso. Voy a salir para encontrarme con Jimena— . Por un momento se preguntó dónde estarían sus otras amigas. Ah, claro, ellos no formaban parte de esta vida pasajera.— Sólo vas porque es tu día de hacer tareas, ¿no?— , dijo su marido, ya sin el tono sospechoso. La conocía demasiado bien como para saber lo que estaba pensando, hasta el punto de que se preguntó si él sabía lo de aquella vez que fingió estar enferma.— ¡Claro que no!— , negó ella de todos modos. — Jimena y Natasha me están espera
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