Leo ya estaba cansado de todo, era hora de dejarle todo en claro, pues él no tenía ni la más mínima idea de casarse con ella y menos con Julia de nuevo en su vida.—¡Leo!, No puedes marcharte y dejarme así —chilló Soledad a punto de caer en llanto.—Claro que puedo, es más pensaba decirte esto después de volver, pero creo que mejor que te vayas, mi hija no está y yo tampoco voy a estar y mi boda contigo tampoco va ser, entonces no hay necesidad que sigas en esta mansiónSoledad abrió sus ojos como platos, esto no le podía estar pasando, él no la podía echar y menos así.—Tu no puedes hacerme esto, ¿A dónde voy a ir?, Tu y mi sobrina son lo único que tengo —hablo Soledad.—Puedes volver a tu apartamento, o piensas que no sé que tienes un departamento, además con respecto a Victoria hace más de un año que ella no está conmigo, así que no te escudes en eso, tu y yo no tenemos nada, así que ya es hora que cada quien haga lo suyo —respondió firmemente.—No, una y mil veces no, yo no me pie
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