Klaus SalvatoreMientras estaba junto a Luísa, pude ver la desesperación en sus ojos. Ese maldito García la empujó al suelo con mucha fuerza. El paramédico intentaba detener el sangrado que salía de sus partes íntimas. No entendí lo que estaba pasando, solo miré todo. La otra ayudante que estaba al lado le dijo mientras le aplicaba algo:— ¡Luísa, este medicamento, por ahora, detendrá el sangrado! Pero hay que mantener la calma, estar nerviosa aumentará el riesgo de perder el feto...— ¡No, doctor, que no le pase nada! Por favor, te lo ruego, no me dejes perder a mi hijo.La miré completamente en shock, mientras Luísa solo negaba con la cabeza, negándose a aceptar la posibilidad de perder al niño, sin importarle mi presencia. Luego, cuando el médico abrió la vía intravenosa, se quedó dormida.— ¡Es lo mejor que se puede hacer! La paciente está muy nerviosa, por lo que lo mejor es sedarla, así no corre riesgo de hacerle daño al bebé...Jadeé cuando mencionó la palabra "bebé". Eso era
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