El rey estaba apoyado contra la pared, con los brazos cruzados. Cerró los ojos, con expresión de enfado y dolor al mismo tiempo. “¿Qué me has hecho, Danika...?”.Ella no tenía ni idea de lo que estaba hablando, pero todo su dolor, confusión y ligero enfado por el trato que le había dado antes, se desvanecieron como el viento. Se hizo el silencio. Se miraron fijamente durante varios segundos. Entonces, ella levantó la mano. Extendida... intentando alcanzarlo. Sus ojos permanecieron cerrados. El tiempo se alargó... Unos ojos de un azul profundo se abrieron por fin y se encontraron con los de ella. “Temo que si te toco esta noche, tomaré todo lo que tienes para dar y no será suficiente. Y pediré más... mucho más…”.Su garganta se esforzó y tragó con fuerza, “Temo que si te tomo de la forma en que anhelo hacerlo todo el día... no seré capaz de dejarte ir”.“Entonces, no…”. Ella suplicó, su mano todavía extendida hacia él. “No me dejes ir”.“Yo…”. Su garganta se esforzó, sus l
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