CAPÍTULO 62. Una carta de despedida
Malía cerró los ojos, disfrutando aquella sensación de infinito placer que se extendía por su cuerpo. Le cosquilleaban las palmas de las manos y su vientre se contraía de forma involuntaria cada vez que sentía los dientes de Connor cerrarse sobre su piel. La fuerza con que sus manos se anclaban en sus caderas era absurdamente deliciosa, como si solo con ese gesto pudiera adueñarse de ella.Metió las manos debajo de su playera, sintiendo el calor que se extendía por su espalda y no pudo evitar aquel gemido que salía de su boca. Lo deseaba, su cuerpo entero reaccionaba, temblaba o se estremecía con cada una de sus caricias. Perderse en sus labios era la sensación más embriagadora del mundo, y cuando la boca de Connor se escapó hacia su garganta, bajando hambrienta hacia su pecho, Malía sintió que las piernas le fallarían.Connor parecía un hombre
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