Las horas de trabajo de aquel viernes se me estaban haciendo eternas. Había dormido mal, pues justo antes de acostarme vi en la pantalla de mi teléfono móvil el icono de mensaje, y aunque me había prometido a mi mismo, cortar de raíz mi relación con el club, no pude evitar la tentación de abrirlo.Lo leí deprisa, y luego volví a releerlo, paladeando las palabras, y disfrutando secretamente de la familiaridad que aquel mensaje destilaba.Puede que no fuera muy elaborado, pero el estilo era claro, y muy semejante a la forma en que aquella chica misteriosa se comportaba. Era clara, concisa, e iba siempre al grano; se notaba que sabía lo que quería, y no le asustaba pelear por ello.Eso enardeció mi espíritu, y la imaginé de nuevo desnuda, sobre mi, montándome como una valquiria, y antes de saber como había
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