¿Qué beso? Eso no se podría llamar beso. Atenea ArayPara ser sincera no pude dormir. No pegue un ojo en toda la bendita noche. El beso me revolucionó las hormonas, yo que pensaba que ya no las tenía..., pues no picarona, allí estaban, dormidas pero presentes. A esto se suma que la confusión se albergó en mi, y no quiso marcharse, además de la vergüenza. Al pobre de Liam no le quedó más remedio que darme un besito de consolación. Así de patética debe haberme visto, y él siempre tan considerado mi rey platónico.Arruinar una amistad perfecta de cuatro años por la insensatez de enamorarme de él. Pues que está vez si me pase un poco.
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