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Todos los capítulos de El empresario del corazón roto. : Capítulo 71 - Capítulo 80
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Felices para siempre
[Quentin]Sin poder voltear a ver a Isabel camino de regreso a mi habitación donde emocionado por o que acabo de vivir me limpio con un pañuelo de tela las lágrimas, que sé, pronto regresarán. Abro la puerta para entrar en ella y dirigirme directo hacia el balcón donde puedo ver cómo los invitados se van sentando en espera de nuestra aparición, una que muero de ganas por hacer. Regreso al tocador para tomar el clavel rojo y frente al espejo me lo pongo sobre el saco color gris perla que es parte de mi vestimenta de hoy. Me viene a la mente la primera vez que me casé, la boda fue tan elegante que yo llevaba un pesado esmoquin con moño y todo. Ahora el traje es más sencillo, más ligero, de lino, que no solo es perfecto para el clima y el evento de hoy, si no que simboliza de alguna manera el peso que estoy dejando atrás. Sé que no es bueno recordar bodas pasada
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Siempre tuya, siempre mío
[Isabel]Es oficial, soy la señora de Quentin Valois o más bien su compañera de vida como él me ha llamado. Mientras todos nos aplauden ambos caminamos de la mano por el pasillo sonrientes de que por fin hemos quedado unidos en matrimonio. Entramos por la puerta para dirigirnos a un pequeño salón donde será la ceremonia civil donde otra vez reafirmaremos nuestro amor y compromiso mutuo. —Te amo, te amo, te amo.— Me dice emocionado mientras me toma del rostro y me besa antes de que los testigos entren al lugar.— Te ves hermosa.—Te amo más, te ves guapísimo, tan gallardo. —Basta que todavía falta una fiesta a la que hay que asistir a nuestra fiesta.— Bromea y luego me besa sobre los labios.— Mi esposa, estaba ansioso por llamarte así.—¿De verdad? ¿Desde cuándo? —Desde el primero
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El Yate
[Quentin]Muchos esperan que la noche de bodas es sexo por la noche y un hermoso despertar por la mañana, pero no es así, en ambas bodas mi luna de miel fue dormir profundamente cansado hasta el otro día y la única diferencia no sólo es la mujer de al lado, si no el hermoso despertar que hemos tenido. Abro los ojos y una sensación de descanso y felicidad llega a mi, me encuentro abrazando la almohada mientras mi cuerpo se encuentra recostado boca abajo en aquella enorme cama. Isabel no se encuentra a mi lado, pero no es algo que me asuste ya porque sé que ella se encuentra en algún punto de este hermoso yate que tenía años que no zarpaba en alta mar. Me levanto para después caminar hacia el baño, tomar una de las batas blancas y ponérmela encima para salir a al improvisado balcón donde veo a Isabel sentada sobre los sofás con una taza
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El baño
[Isabel]Después de pasar una tarde sobre la cubierta disfrutando del sol y de las bondades de este yate, es hora de subir a la habitación y pasar la noche. Me encuentro nerviosa en todos los niveles posibles y no entiendo por qué, ahora Quentin es mi esposo y se supone que para estas alturas debería sentirme sumamente segura de estar con él, pero no, todo lo contrario, me siento más insegura que nada. Entro al baño y me doy una ducha larga que quite todos los residuos del agua del mar, que hay en mí. Tomo mi jabón de rosas y lo paso por todo mi cuerpo para armonizar y aromatizar todo mi cuerpo, y darle ese toque tan mío a toda mi piel. Siempre he dicho que sí pudiera lanzaría una empresa de jabones aromáticos porque al parecer esto se me da de maravilla. Termino de ducharme, a pesar de que lo hice lo más lento posible para alargar un poco más la
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Amoureux
[Quentin]—¿Orgasmo seco?—Me pregunta Isabel entre risas mientras estamos ambos desnudos dentro de la bañera tomando champaña y comiendo unos deliciosos canapés que encargué a la cocina del Yate. —Así es, hay muchas cosas que no conoces sobre mí.—Vale, soy toda oídos.— Insiste. —Pues cuando iba en la Universidad encontré un libro de sexo tántrico en la biblioteca, debo admitir que me llamó la curiosidad la portada, era roja así como tus hermosos labios.— Y ella sonríe.— Así que lo tomé, comencé a leerlo y descubrí que los hombres podemos tener orgasmos sin eyacular y dije, por qué no, puede servir.Cuando le digo eso ella se ríe feliz y toma otro sorbo de champaña. —Y desde ahí aplicas eso. —Así es, hasta
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Empezando la luna de miel
[Isabel]Debo admitir que el tiempo en el yate ha sido magnifico. Quentin se ha encargado de consentirme en muchos niveles y ni siquiera he empezado la luna de miel. Aún así, con todos los lujos me alegra mucho llegar a Messina, Sicilia y sobre todo recorrer el hermoso lugar. No cabe duda que Quentin ha cambiado mi vida en todos los sentidos posibles y no lo digo sólo por el dinero o los regalos, la ropa nueva y los lugares tan maravillosos que me ha enseñado. Si no porque me ha demostrado que los buenos hombres existen y que a pesar de todo lo que uno puede pasar siempre se puede volver a creer en el amor y tener una segunda oportunidad. El yate se queda mar adentro, juntos a unos cuantos kilómetros de distancia del lugar donde Quentin y yo nos hospedaremos. Ambos hacemos una maleta pequeña para los dos, ya que se supone que nuestra estancia será corta y nos dirigimos a la cubierta donde un bote nos espera
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Descubriendo cosas nuevas
[Quentin]Llegamos ambos al hotel con toda la prisa posible, como si algo nos estuviera persiguiendo y no hay más refugio que el de esas cuatro paredes. Isabel trae en la mano una de las bolsas donde viene la comida y yo en la otra dos botellas de vino que he comprado para la ocasión. Sé, que el hotel da servicio al cuarto pero no hemos querido esperar mucho para volver a estar solos.Tan solo abrir la puerta, Isabel deja el bastón al lado y la bolsa, para quitarse los zapatos y sentir el fresco suelo de la habitación. Después, se amarra un poco el cabello para que el aire fresco le pegue un poco en la nunca y comenzar así a refrescarse.Veo su imagen en este momento y sonrío. Me pongo a pensar si Isa y yo nos hubiésemos encontrado aunque Nadine siguiera viva ¿me hubiera llamado la atención de inmediato? O al estar tan enamorado de mi ex esposa ¿la hubiese pasado de largo?M
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Un poco más sobre él
[Isabel]Después de dicho acontecimiento en la sala que nos hizo olvidarnos por completo del jacuzzi y de todo lo que se supone que haríamos, así que prácticamente acabamos sentados en la hermosa mesa que había en la terraza escuchando las olas del mar y comiendo una deliciosa pizza siciliana y pasta que nos supo a ambos a gloria.Mi guapo esposo me servía un poco más de vino y yo observaba el horizonte mientras el brillante sol se escondía detrás del monte Etna. Me sentía en la época de Helena de Troya, aquí en este hermoso lugar vestida con ropa ligera y fresca disfrutando de los placeres de la vida, sólo faltaba los collares y brazaletes de oro y las joyas adornando mis ropas.―Esto es tan bonito que no lo puedo creer.― Le confieso.― Jamás había viajado por mar y ahora que lo hago no lo puedo creer. Ya quiero llegar al siguiente destino, me emociona el hecho
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Regalos
[Quentin]Después de unos maravillosos días en Sicilia, la tierra del mítico “Padrino”, Isabel y yo nos pusimos en marcha ahora hacia la Isla de Comino, en Malta, uno de los lugares que personalmente yo tenía muchas ganas de conocer por sus hermosas aguas tan transparentes que permite bucear, una actividad que quería compartir con ella.Debo confesar que durante todo el viaje he tratado de hacer actividades donde ella no tenga que caminar tanto, ya que me da un poco de miedo que esto le cause algún tipo de dolor y la haga sentir incómoda. Sin embargo, Isabel ya domina el bastón como toda una experta, como si toda la vida lo hubiera traído, y lo combina a la perfección con sus conjuntos de ropa, lo que le da un toque de elegancia increíble. La veo y sonrío, mi valiente y guapa esposa que poco a poco se suelta más y empieza a utilizar más vestidos y faldas mostra
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Corfú
[Isabel]¡Hemos llegado a la isla de Corfú! Y si estaba emocionada en Italia, en Grecia lo estoy aún más, así que mientras el yate se va acercando al lugar donde pronto debemos bajar, observo maravillada el paisaje. —Veo señora Valois que está muy emocionada por llegar a esta Isla. —Dice mi esposo mientras de nuevo nos dirigimos al lugar donde bajamos al bote que nos llevará a tierra. —¡Claro que sí! Es Corfú, una de las islas con más historia que hay en cuestión mitológica. —No sabía que te gustaba.— Se sorprende. —Hay muchas cosas que aun no sabes sobre mí, mi amor.— Contesto. Bajamos al bote como siempre lo hacemos y después de acomodarnos y que éste avance, Quentin me abraza.— Dime, qué es lo que te gusta de la mitología.&nbs
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