Capítulo 458
Era de noche y no había muchos coches en la carretera, pero Juan sintió de repente que algo iba mal, un escalofrío le recorrió el corazón y sintió un cosquilleo en el cuero cabelludo.

Miró a Lorena a su lado, seguía enfadada, pero sus cejas parecían vivas y hermosas, lo que hizo que la rabia de su corazón se disipara al instante y se convirtiera en pánico y remordimiento.

Sabía que había sido demasiado impulsivo y que no debería haber metido a Lorena en esto, «¡Polo se ha vuelto completamente loco!»

Juan apretó los labios y giró tranquilamente el coche en dirección a las afueras.

A pesar de sus intentos por reducir la velocidad, el coche no bajó.

Lorena giró la cabeza para mirarle y preguntó con suspicacia: —¿Venden móviles en las afueras? ¿Estás intentando robar un móvil?

Juan sonrió, pero había gravedad en sus ojos: —Lorena, cálmate. Hay un césped más adelante, luego abrirás la puerta del coche y saltarás.

Lorena se rio sin aliento ante aquello, —¿Me haces saltar del coche?

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